Menu Tipico de Almuerzo ejecutivo en Londres.
Por: Luis Fernando Nieto.
luislondon@hotmail.co.uk
Vivir fuera del país de origen, y en especial de uno tan multifacético como lo es Colombia, implica tener que cargar con esa cosa que llamamos nostalgia en todo momento. Desde el mismo instante en el que cruzamos las barreras de emigración, quizás ya sentimos el primer impacto con tintes de nostalgia, cuando al pasar por un riguroso proceso de inspección y ajenos a nuestra voluntad debemos estar prevenidos a cualquier tipo de requisa o cuestionario. Ante esta impotencia, la nostalgia se da cuando comenzamos a percibir los sinsabores de abandonar una identidad para cubrirnos bajo el estigma general con el que nos califican en casi todo el mundo. Dejamos de ser el vecino, el colega, el parcero, etc., aquí todos somos sospechosos o ?culpables hasta que se compruebe lo contrario?.
Pero experiencias como la de la demora en el aeropuerto por la examinada del talco Mexana, por la desempacada del manjar blanco, o de la salvada de que no rajaran la maleta como al vecino de enfrente, no dejan de ser más que otra de nuestras simpáticas anécdotas que con sátira siempre tenemos para contar y al mismo tiempo para dar gracias al Divino Niño porque hemos llegado bien, a pesar de los amargos momentos. Porque definitivamente, el humor es uno de los tantos ingredientes que el colombiano necesita, y utiliza muy bien, para darle sabor a la vida.
Una vez instalados en el nuevo país, que para esta guía será Inglaterra, podríamos hacer una lista enorme de los sinsabores que influyen en el síndrome en cuestión pero vamos al grano: la gastronomía. No es difícil preguntarse por qué para muchos colombianos resulta un martirio vivir alejados del sancocho, la bandeja paisa, o el ajiaco por solo nombrar algunos platos típicos, especialmente si tenemos en consideración que la cocina Inglesa no es famosa precisamente por su buen gusto.
Además la nostalgia por la gastronomía no solo se intensifica con la distancia. Cada ingrediente con el que se preparan los alimentos, su aroma, la manera de servirlo y disfrutarlo en la mesa traen consigo recuerdos que evocan los buenos momentos que se han compartido en la ?tierrita? al lado de seres queridos, de vallenatos, de aguardiente y de cada uno de los elementos que nos atribuyen la identidad que añoramos.
Como el humor, otro ingrediente de la identidad colombiana es la habilidad para ser recursivos. A pesar de la distancia, muchos se las arreglan para sentirse como si la propia abuela les estuviera preparando en casa los alimentos tradicionales, porque aunque sea una tarea difícil, debido a la dificultad para conseguir determinados productos, ante la recursividad criolla no hay imposibles. Actualmente en Londres se pueden encontrar productos tal cual como se pudieran conseguir en cualquier barrio colombiano en la tienda de la esquina. Productos que se importan, distribuyen, o preparan en restaurantes y cafeterías. Así sea sencillamente en la intimidad del hogar. Pero hoy en día es posible percibir el aroma de un sudado, guiso, o sancocho colombiano en cualquier rincón de esta cosmopolita ciudad.
Es cuestión de método conocer los lugares donde se ofrecen estos productos. Al contrario de países como Estados Unidos, los latinos no son mayoría en Europa y por tanto, Colombia no tiene una representación tan grande como la que sí tienen los países asiáticos, por ejemplo. Pero así como muchos saben que en la capital inglesa la comida india más variada se consigue en el sector de Brick Lane, que la mayor oferta de comida china esta en el sector del West End, o que los mejores kebabs están en Edgware Road, Colombia también ha determinado algunos sectores con un referente comercial y social.
Básicamente está el sector de Seven Sisters y Holloway al norte y el sector de Elephant and Castle y Brixton al sur. Es allí donde usted debe recurrir si se encuentra en Londres y se ha antojado bien sea de un chontaduro, un chicharrón, o porqué no, de un bon bon bum. Sin embargo, día a día la comunidad crece e incluso en sectores que no tienen un “background” latino como Kilburn, al noroeste, hoy es posible encontrar tiendas en que se puede mercar a la colombiana.
El crecimiento es un factor positivo porque genera mayor oferta y competencia con precios accesibles. Sin embargo, aunque es difícil competir con los precios locales, el consumo de estos productos está dejando de ser un lujo para convertirse en un uso diario. Por ejemplo en estas tiendas es posible conseguir Manzana Postobon, Fanta o Colombiana al mismo precio de la Coca Cola local, y las galletas Saltinas, que anteriormente se conseguían al dramático costo de £2.50 y ahora se consiguen a 65p. Del mismo modo la harina para hacer arepas y empanadas se conseguía pocos años atrás a £3.50 y ahora a 90p. El caso de la Pony Malta es mucho más alentador pues se consigue por 60p, mientras que la malta europea cuesta 80p.
¿Cuales son los alimentos que más extrañan los colombianos en la capital inglesa? Según Cesar Quintero, director de la distribuidora Distriandina ubicada en Elephant, los productos de mayor demanda son: gaseosas, cervezas, galletas (Waffer, Festival, Noel), harinas, chocolate, bocadillo veleño, condimentos (Triguesal, Sabor a leña, color), sustancia para caldo (el de la gallina), papa criolla, pulpa de fruta congelada, yuca, plátano verde, brevas con arequipe, Frescavena, Milo, Cola Granulada, panela, Chicles Adams, Besitos, patacones, frunas, gelatina, fríjoles, guascas, arepas congeladas... Pero además de conseguir un leve acercamiento a la lejana patria por medio del sentido del gusto que mitiga la nostalgia, la percepción de cercanía será mayor si al entrar a cualquiera de estos locales, usted saluda en español con el tradicional “Buenas mi Doña?” que inmediatamente transporta el espíritu al cálido país tropical.
A la hora de preparar los alimentos en casa la recursividad no es menor, especialmente cuando el inmigrante lleva fuera de su país un tiempo considerable y se las ingenia para variar lo que algunos llaman el menú cuadriculado de los ingleses por estar hecho a base de sándwiches. Y es que la diferencia gastronómica entre Colombia e Inglaterra hace que realmente se necesite de un método para preparar algunos platos. Para el caso del mondongo, o una picada con chunchullo, longaniza, rellena, ubre y corazón incluido, si usted desea prepararlos debe ir y hablar en la carnicería para así obtener estos ingredientes de manera personalizada ya que las vísceras no son comercializadas comúnmente.
La lechona es otro ejemplo de platos que no existen en la cocina inglesa pero para la colombiana Irma Rincón, este es un plato indispensable, especialmente para celebraciones como el Año Nuevo. Lo mismo opina sobre los buñuelos y la natilla para navidad, pues piensa que sin esta comida las fiestas no son lo mismo. “Cuando los ingleses ven la lechona que yo preparo quedan asombrados porque nunca la habían probado pero les parece deliciosa, igual que la morcilla”. Otro es el caso de Estela García: “Anteriormente no hacía tamales porque no sabía donde conseguir la hoja de plátano hasta que me enteré que la venden en el mercado chino porque ellos también la utilizan para preparar algunas comidas”.
Y así como Irma se las arregla para afrontar el síndrome de nostalgia gastronómica en el Reino Unido y no deja pasar las fiestas navideñas sin lechona, buñuelo y natilla, usted también lo puede hacer visitando restaurantes como: La Mazorca; La Bodeguita; El Torito; Los Arrieros; Los Guaduales, o Tienda Tropical, entre muchos otros, que ofrecen variados menús que incluyen: Mondongo, sobrebarriga criolla, bistec a caballo, lengua en salsa, patacón con carne desmechada, cazuela de mariscos, bandeja paisa, sancocho de cola o gallina, pescado frito, aborrajados, mazamorra, y todo esto acompañado, por supuesto, con agua panela o refajo a un promedio de £8 o a £5 libras el menú ejecutivo.
Incluso tenga en cuenta que si tiene habilidades culinarias puede considerar la opción de generar una fuente de ingresos como lo hace Fabio Cataño de Medellín: “Yo preparo en casa la arepa con queso y la distribuyo entre amigos, cafeterías y restaurantes colombianos. Lo complicado es en el caso del maíz porque lo traen de la India o del África y hay temporadas que no hay ese maíz así que hay que comenzar a rebuscárselo, pero a la gente le gustan porque dicen que son como las que venden en Colombia. Al principio compré la máquina para moler el maíz porque no tenía trabajo y ahora estoy vendiendo unos 200 paquetes a la semana”.
Ejemplos como el de Cataño demuestran que los colombianos son orgullosos de su cultura y a pesar de estar lejos del país, no abandonan sus raíces. Con creatividad e ingenio, en cualquier ciudad del planeta donde haya un colombiano, habrá quien se las ingenie para preparar aquellos alimentos que saben a Colombia y reviven buenos momentos. Por eso, aunque sea cierto que no hay como la comida preparada por la propia madre, válgase de esta guía para salir a descubrir los lugares que ofrece Londres donde le pueden servir ese tamal tolimense que tanto añora. O bien, vaya al mercado chino y compre la hoja de plátano para prepararlo usted mismo. Pero lo que esta guía no incluye es la traducción al inglés de los manjares colombianos. ¿Quizá a la empanada se le podría llamar empanothing? o al pandebono bonus? bred? Eso ya es harina de otro costal.
Agosto de 2006
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LATINOUTLOOK en Londres
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